Siempre ha sido un gran dilema el querer superar las contradicciones que esta realidad nos ofrece. Creemos poder construir, a través de una sociedad organizada, un mundo justo para todos, y donde el sufrimiento no sea moneda corriente. Pero ¿estamos lo suficientemente evolucionados como humanidad, por lo tanto como individuos, para hacer exitosa dicha ambiciosa empresa?.
La mayoría de nosotros pretendemos, a costa de otros sectores o individuos, imponer nuestro modelo de sociedad superadora, pretendemos enseñarles a quienes «no comprenden» o tienen intereses contrarios. Sin embargo ¿será del todo posible lograr lo que pretendemos? ¿llegaremos a una homogeneidad, y por lo tanto a una paz social, si el sistema ha sido impuesto por sobre la voluntad de otros? ¿No deberíamos primero evolucionar en cuanto a concepción de la realidad para lograr dicho objetivo? ¿Será algo que se dará naturalmente, se impondrá mediante un sistema determinado o simplemente nunca sucederá?. De ser esto último, estaríamos gastando nuestras energías en vano en búsqueda de una solución a un problema que no la tiene. Pero tomemos en cuenta que dicho pensamiento es el difundido por muchos defensores del statu-quo, que en la actualidad es el sistema capitalista en una democracia representativa o a lo sumo semi-directa. Por lo tanto estamos hablando de algo impuesto, una visión universalista de una forma de mejorar la realidad. Pero ¿tenemos todos las mismas necesidades, características culturales o individuales, como para pretender que dicha organización es la mejor para todos?. Siempre que un sistema no conforma a un sector social en particular, los defensores de dicho sistema, cual teniendo todas las respuestas, reprochan ciertas malas implementaciones, o cargan las culpas por sobre dichos individuos o sector social. Pero el problema es que ningún sistema ha logrado hasta ahora satisfacer las necesidades vitales del desarrollo humano de toda la sociedad, como la alimentación, salud, hogar, libertad individual, contención social (más adelante analizaremos qué insinuamos cuando hablamos de «libertad individual»). Solemos intentar lograrlo con ciertos equilibrios perfeccionistas entre factores, pero lo cierto es que nada de esto pudo ser mantenido a largo plazo hasta ahora. Si un sector, individuo, país o región logra dichos objetivos, serán otros sectores, individuos, países o regiones los que afrontarán los costos y no logren satisfacer sus necesidades.
Luciano Ariel