Una búsqueda interminable

Tal vez sea el infortunio de los recuerdos
De amores que no fueron,
O tal vez sean los desvelos
Por aquellos que aún no vinieron,

Los que me dejan siempre en el medio,
Sin paso firme ni rumbo cierto,
Sin tener claro un sueño,
Dejando el pasado cerrado y el futuro abierto.

Tal vez dios me indique una dirección,
O quizás nunca habré de encontrarla.
Si la seguridad es sólo una abstracción,
A la vida nunca podré anticiparla.

Busco a quien me ayude a evitar
La ansiedad de estos tiempos,
Donde hasta al amor se llega a esquivar,
Siguiendo los mandatos de los muertos.

Luciano Ariel Leonardi

Prosa del Cielo I

Hoy las estrellas se vislumbran perturbadas desde la subjetiva visión terrenal. Los astros parecieran ocultarse tras fugaces nubes grises, para volver a asomarse en breve tiempo. Sin embargo, no logro entender qué estoy observando, pues mi visión se encuentra desorientada, y mi mente perturbada, como muchas mentes, cual nubes sin forma ni rumbo cierto, están sumergidas hoy en una constante búsqueda, hasta condensarse en el agua que hace fluir al río de la vida, en el preciso instante en que debe llover, el cual ellas no eligieron.

Todo vuelve a su origen al fin, llevando consigo la experiencia de haber sido en un universo temporal, pero incapaz de tomar una decisión que cambie su origen, y por tanto sólo pudiendo orientar el qué hará de sí su destino.

Mientras en la tierra las fieras disputan su poderío, el derrumbe material se hace inevitable, ahora que la balanza pesa demasiado a su diestra y comienza a volcarse, y la serpiente que quiso crecer y abarcar todo el mundo de repente se encuentra devorando su propia cola, inyectándose sus propios venenos, para volver a la tierra de donde vino.

Las estrellas del cielo se vuelven a despejar, y se puede lentamente volver a reconocerlas; es entonces que la gigante roja de Orión vuelve a ser el rubí más brillante, y la Cruz del Sur marca el rumbo del destino.

Luciano Ariel Leonardi

 

Un Proyecto para Todos

A la hora de pensar una sociedad más justa, ya sea construirla o acompañar un proyecto cuyo fin sea el bien común, me encuentro ante un dilema fundamental, que puede o no significar una o varias contradicciones: que los ideales propios satisfagan las aspiraciones y la visión del grueso popular. Porque considero que estaría omitiendo una parte fundamental del proyecto de no hacerlo, y esto delataría un corto conocimiento de la sociedad, que de no ser replanteado acabaría en un bienintencionado elitismo, como ya ha sucedido incontables veces en la historia de nuestro país y del mundo. No estaría contribuyendo en nada a la paz y el bienestar si no valoro el sentimiento de la gente tal vez sin mucha formación cultural, pero de buena fe. Y entonces me resolvería a resignar ciertas suposiciones, y a comenzar por el principio, en lugar de por el final. Y tal vez encontraría que dicho final, ideal para mí, no sería el resultado, sino otro final diferente, ideal en términos colectivos y en función de la cultura y las experiencias colectivas. Menospreciando creencias, costumbres y sentimientos de gente de buena fe, estaríamos demostrando una corta visión y una dureza de corazón, y tal vez necesitaríamos aprender primero nosotros de los demás, antes de pretender juzgar o cambiar al prójimo.

5 minutos de inspiración

La Revolución

Es cuando se liberan verdades

Cuando comienza a arder un fuego en tu interior.

Es una llama inextinguible,

Cuyo brillo nos da a entender

Que ya no hay vuelta atrás.

La conciencia ya no puede evitar

Ese ardor del alma,

Esa revolución divina,

Que conlleva el íntimo destino del ser

En conjunción con todos los destinos,

Que forman uno solo,

Y hacen ser a lo que no era,

Como aquel misterio del capullo de una flor,

Que se abre al percibir luz,

Y muestra lo que antes no se veía,

Ni se percibía.

                                                              Luciano Ariel

                                                                                     19/04/2011

La Evolución Social

Siempre ha sido un gran dilema el querer superar las contradicciones que esta realidad nos ofrece. Creemos poder construir, a través de una sociedad organizada, un mundo justo para todos, y donde el sufrimiento no sea moneda corriente. Pero ¿estamos lo suficientemente evolucionados como humanidad, por lo tanto como individuos, para hacer exitosa dicha ambiciosa empresa?.

La mayoría de nosotros pretendemos, a costa de otros sectores o individuos, imponer nuestro modelo de sociedad superadora, pretendemos enseñarles a quienes «no comprenden» o tienen intereses contrarios. Sin embargo ¿será del todo posible lograr lo que pretendemos? ¿llegaremos a una homogeneidad, y por lo tanto a una paz social, si el sistema ha sido impuesto por sobre la voluntad de otros? ¿No deberíamos primero evolucionar en cuanto a concepción de la realidad para lograr dicho objetivo? ¿Será algo que se dará naturalmente, se impondrá mediante un sistema determinado o simplemente nunca sucederá?. De ser esto último, estaríamos gastando nuestras energías en vano en búsqueda de una solución a un problema que no la tiene. Pero tomemos en cuenta que dicho pensamiento es el difundido por muchos defensores del statu-quo, que en la actualidad es el sistema capitalista en una democracia representativa o a lo sumo semi-directa. Por lo tanto estamos hablando de algo impuesto, una visión universalista de una forma de mejorar la realidad. Pero ¿tenemos todos las mismas necesidades, características culturales o individuales, como para pretender que dicha organización es la mejor para todos?. Siempre que un sistema no conforma a un sector social en particular, los defensores de dicho sistema, cual teniendo todas las respuestas, reprochan ciertas malas implementaciones, o cargan las culpas por sobre dichos individuos o sector social. Pero el problema es que ningún sistema ha logrado hasta ahora satisfacer las necesidades vitales del desarrollo humano de toda la sociedad, como la alimentación, salud, hogar, libertad individual, contención social (más adelante analizaremos qué insinuamos cuando hablamos de «libertad individual»). Solemos intentar lograrlo con ciertos equilibrios perfeccionistas entre factores, pero lo cierto es que nada de esto pudo ser mantenido a largo plazo hasta ahora. Si un sector, individuo, país o región logra dichos objetivos, serán otros sectores, individuos, países o regiones los que afrontarán los costos y no logren satisfacer sus necesidades.

Luciano Ariel